Como medida más sostenible, la planta del garbanzo aporta más nutrientes a la tierra en futuros cultivos que los cereals
Una nueva medida en materia de sostenibilidad llega a los terrenos de cultivo de Sumarroca. Hasta ahora, se había optado plantar cereales a los suelos que estaban en reposo, pero ahora, ha apostado por plantar garbanzos que permiten un mantenimiento más rico en materia medioambiental gracias a los grandes atributos de esta planta leguminosa.
Sumarroca ha plantado 3 ha de garbanzo en uno de los terrenos de Molí Coloma para dar de manera natural más productividad en tierra mientras ésta descansa del cultivo de vid.
La planta del garbanzo actúa de mejorante, resistente al frío, tiene la capacidad de germinar a temperaturas bajas y lo más importante, puede vivir en una relación simbiótica con una serie de microorganismos situados en las raíces. Unas bacterias que enriquecen el suelo y la planta para los cultivos posteriores. Midiendo la cantidad de este nitrógeno vemos que el garbanzo es capaz de incorporar 50 kg/ha por campaña, mientras que otras leguminosas como el haba, aportan 200 kg/ha y la judía 100 kg/ha.
Una vez la planta hace esta función, el terreno está lleno de nutrientes para plantar de nuevo la viña con unas condiciones óptimas. Además, el ciclo de crecimiento es relativamente corto, se siembra entre febrero y marzo y se recolecta en julio, lo que supone que este proceso de nutrición y oxigenación se haga con relativa rapidez.
Por la naturaleza del terreno y el clima, la plantación de garbanzo se ha adaptado y ha crecido con éxito, por eso Sumarroca se plantea plantar 30 ha de garbanzo ecológico del Anoia en la Finca Sumarroca situada a lo largo del cauce del río Anoia y comercializarlo a través de la línea de legumbres de proximidad de la marca propia Aranca.